21/03/10

JUAN MARCH CONTRA LOS NAZIS


El financiero mallorquín Juan March supo aprovechar para sus negocios las oportunidades de los dos grandes conflictos mundiales. Así lo han corroborado recientes estudios históricos sobre su figura que se han fijado en el papel desempeñado por March a favor de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial y su colaboración con Londres para evitar que el régimen de Franco entrara en guerra al lado de Alemania. Lo que no se sabía es que March fue objetivo del espionaje nazi que indagó en sus actividades clandestinas en apoyo de los huidos de la Europa ocupada por los nazis a través de la España de Franco y a favor de una restauración de la monarquía que desplazara al Caudillo del poder.

Un informe localizado por la germanista Rosa Sala Rose en un archivo de Berlín demuestra que los espías y confidentes nazis en España estaban al corriente de los contactos de March en estos dos supuestos. El informe está firmado por Walter Schellenberg, uno de los principales responsables del espionaje alemán, y relata una reunión celebrada en una casa de Vilanova i la Geltrú durante la noche del 29 al 30 de junio de 1942 en la que participaron miembros del Intelligence Service y de la aristocracia española. La información, filtrada por un "amigo español, un viajero poseedor de muy buenas relaciones con la aristocracia, a quien se considera persona digna de confianza", no concreta el número de asistentes y sólo identifica a dos de ellos, "un hombre de enlace del gran industrial Juan March y el infante don Alfonso de Borbón y Borbón". El nombre de este último es muy posible que sea un error del informante ya que, por edad, el asistente a la reunión tuvo que ser Alfonso de Borbón-Dos Sicilias y Borbón. Una de las primeras conclusiones que aporta el informe es que en la sesión "se discutieron cuestiones fundamentales sobre la distribución del servicio de inteligencia británico en España".

Walter Schellenberg, abogado y general de las SS, ocupó cargos en la Gestapo. Era un oficial nazi de buena planta, afable y diestro en la conversación. Fue amante de Coco Chanel, a la que utilizó para organizar una operación de aproximación a personalidades británicas y atraerlas a la causa alemana, lo que volvió a intentar con los duques de Windsor, entonces residentes en Portugal. Fue condenado a siete años de cárcel y murió en Italia en 1952.

Además de diversas consideraciones sobre supuestas acciones de esta red controlada por el Intelligence Service, el informe explica otra reunión, celebrada en San Sebastián, en la que se contó con miembros de la aristocracia española y en la que "se habría puesto de manifiesto con qué entusiasmo estaban todos ellos dispuestos a trabajar a favor de Gran Bretaña". Del mismo modo se da cuenta de la presencia en la reunión del "jefe" de una organización clandestina, dedicada a la agitación monárquica denominada Cultura Catalana. Según el informe, los monárquicos fieles a don Juan de Borbón pretendían el reparto de fotografías del heredero de la Corona entre sus seguidores, para lo que contaban con la colaboración británica.

El informe concluye explicando que "al final de la sesión se habría organizado una colecta para la organización de "paso ilegal de ciudadanos ingleses, canadienses, franceses y otros" en la que se lograron reunir importantes sumas de dinero. Estas observaciones dejan bien claro que en los últimos tiempos el sistema de inteligencia británico goza de un apoyo creciente entre los círculos monárquicos".

Según el historiador Pere Ferrer, autor de una exhaustiva biografía de Juan March (El hombre más misterioso del mundo), el documento demuestra que los nazis no se fiaban del financiero. En aquel momento, March había conseguido, mediante sobornos, el apoyo de unos treinta generales para neutralizar un posible intento de Franco de entrar en la guerra junto a Hitler y Mussolini. En su libro, Ferrer explica que el 24 de julio de 1942, casi un mes después de la reunión de Vilanova i la Geltrú, un agente americano, Lean, informaba desde Madrid que "Juan March había sido interceptado cuando la conjura de los generales contra Franco se acercaba al clímax. March había sido detenido durante unas horas en los calabozos de la Dirección General de Seguridad porque los servicios secretos de Franco tenían algún indicio de que March azuzaba a los militares monárquicos para que conspirasen contra él. Cuando recuperó la libertad, abandonó el país".

De la lectura del documento descubierto por Rosa Sala Rose, Ferrer aventura que la detención de March "pudo ser una advertencia de Franco a Juan March para hacerle saber que sabía de su apoyo a favor de los conspiradores monárquicos y del riesgo que correría si continuaba ayudándoles". Ferrer cree que el informe demostraría que Franco recibía información de los nazis sobre las actividades de los españoles favorables a Gran Bretaña, "más en unos momentos en que Alemania pretendía forzar la entrada de España en la Guerra". Con todo, el biógrafo de March afirma que no se sabe el motivo ni la causa de la detención porque el informe del agente norteamericano que cita en su libro no lo aclara. Los espías nazis sabían que March conspiraba con los británicos a favor de la restauración monárquica en el marco de una estrategia para apartar a Franco del poder y asegurar que no se aliaría con Hitler.

Rosa Sala localizó el documento en el transcurso de una investigación para su próximo libro, un recorrido por las historias personales de ciudadanos judíos, desertores o opositores al fascismo que huyen de la Europa nazi a través de España, entre 1940 y 1943, y que en su gran mayoría son detenidos y encarcelados por las autoridades franquistas.

El libro, que se titulará La penúltima frontera. Historias de fugitivos del nazismo en España, pretende rescatar del anonimato a estos refugiados, gente como el historiador italiano Franco Venturi, un disidente antifascista italiano que huye de Mussolini a través de España, o la desgraciada historia de la familia Levi, con todos los papeles en regla pero devueltos a Francia después de ser acusados de infamias a Franco.

"Desgraciadamente, el cónsul alemán en Barcelona durante la Segunda Guerra Mundial, Hans Kroll, tuvo la idea de destruir toda la documentación de la legación diplomática. De haberse conservado, hoy podríamos saber quiénes eran los topos que la Gestapo tenía en la policía franquista, gracias a los cuales los agentes alemanes estaban siempre al corriente de las detenciones de refugiados y disidentes efectuadas en la frontera". Kroll, que hizo carrera política con los democristianos de Josef Strauss, consiguió no dejar rastro de sus relaciones con las autoridades franquistas de la época.


Fonte: LA VANGUARDIA

(15 de Março de 2010)

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